En nuestra intención de conocer nuevas rutas de cicloturismo, nos embarcamos en bicicleta rumbo a Puelo. Nada teníamos muy claro. Daniel y Bernardita fuimos los afortunados en disfrutar de hermosos vientos, árboles, ríos mágicos y lluvia torrencial en medio del pedaleo. No hay nada más increíble que aguantar el cansancio físico y psicológico al subir una cuesta con lluvia y luego de haberla vencido, disfrutar de una intensa bajada, con barro en los ojos y completamente empapados. Entre Pichiquillaipe y Caleta la Arena hay 28 kms, luego debemos cruzar en ferrie rumbo a Puelche, una localidad que da la bienvenida al segundo tramo de la carretera austral. En vez de seguir derecho, tomamos nuestra izquierda, bordeando el estuario del reloncaví, rumbo al río Puelo. El Yaguepe decidimos parar para estirar los pies y recobrar el movimiento tupido por el frío de nuestras manos y pies. El resto, todo bien. Tocamos la puerta y al parecer nuestro aspecto era demasiado impresionante, rapidamente la familia Guerrero Villegas nos acogió, secó nuestra ropa y nos ofreció un lecho para dormir. Es de costumbre encontrar angeles en el camino cuando uno anda en la ruta, en el pedaleo. Porque vas realmente desnudo, confiando completamente en la ruta, el ego queda en cada vuelta que das de una cuesta o en cada río helado en que te bañas. Compartimos agradables palabras con la familia y algunos amigos que estaban ahí esa noche dieciochera. La gran conclusión es que somos todos hermanos, en eso estabamos muy de acuerdo y que la vida debe tratarse sobre conocer al hermano, saber de lo que sabe, mirarlo a los ojos y reconocerse en el otro. El espejo, decía Bernardita cuando me enseñaba a mantener el equilibrio luego de habernos bañado en una cascada mágica.
Al día siguiente emprendimos viaje rumbo a Puelo, a unos 20Km de la casa Guerrero Villegas. El paisaje era cada vez más encantador, cruzamos varios ríos y fue irresisitible bajar por algunos de ellos a conversar con la expresión más pura de la naturaleza. El río está completamente habitado, angeles y hadas cuidan de su entorno, hay vida por todas partes.
Un kilómetro antes de Puelo nos encontramos con un sitio perfecto para acampar. Sin saberlo, nos esperaba una noche de casi luna llena semi despejada muy especial y llamativa, a la orilla de una caída de agua, porsupuesto.
Puelo es un lugar tranquilo. Hay una Plaza, algunos mini mercados y el gran Río Puelo, seguido por un gran puente que cruza el río rumbo al interior.
Al pasar por una gran casa de alerce, reconocimos el hogar de Rosa Villegas, las hermana de nuestra anfitriona en Yaguepe, quien nos había recomendado que pasaramos por su hogar a saludar, así es el sur y así es la gente linda del sur. Rosa no tardó en servir unas empanadas recién cocidas y dos tazas de té. Oscureció en Puelo, conversando con Rosa y sus amistades y emprendimos regreso rumbo a nuestro refugio natural.
Encontramos el lugar perfecto para acampar. Tendimos nuestro campamento y nos deslumbramos con la luna, la caída de agua, el bosque. Recorrimos acompañados de la luna, siguiendo los instintos, buscando a los duendes y las hadas. Volvimos y pasamos la mejor noche del viaje, prtegidos de una lluvia tempranera por arboledas y una pequeña carpa que llevabamos con nosotros.
Al día siguiente, como cada mañana, preparamos manzanas con yogur y zanahorias. Nos alimentamos y dificultosamente nos separamos de tan hermoso lugar.
Decidimos volver sin muchas detenciones. Eran 36 km hasta Puelche y 28 a Pichiquillaipe. Muchas cuestas entremedio, todas conocidas, como cuestas o como bajadas, pero el camino ya estaba recorrido. Comenzamos el pedaleo a las 12:30 hrs y llegamos a casa a las 21:00 hrs. Lluvia, viento, Sol y luna fueron los ingredientes del regreso.
Nueva ruta para los viajeros aventureros que quieran sumarse en un pequeño cicloviaje.
Algunas fotografías aca.